sábado, 2 de abril de 2011

UN AÑO DE UNA TRAGEDIA ANUNCIADA

     Desde muy pequeño escuchaba decir: "algún día las lagunas de Rumichaca y Huamanpari se desbordarán y la ciudad de Ambo desaparecerá"; nunca di importancia a esos comentarios, me parecían descabellados; sin embargo, algo muy cercano a esto ocurrió. Hace un año, en la Semana Santa del 2010, las fuertes precipitaciones en las zonas altas produjeron el desbordamiento de una de estas lagunas generando un aluvión de proporciones considerables que causó la muerte de mas de 30 personas y la desaparición de otros tantos, más de cien familias  fueron damnificadas y otros tantos lo perdieron todo.
   El aluvión borró del mapa un asentamiento humano levantado precisamente sobre los restos de un anterior aluvión producido hace más de cincuenta años por las mismas causas. Quién tiene la culpa? quizá nadie, quizá todos; las autoridades locales y regionales sabían que tarde o temprano esto sucedería, la población también y los que edificaron sus viviendas en ésta área de alto riesgo, más; no obstante,  después de un año del suceso, alguien tiene que haber  asumido la responsabilidad por esas muertes; ¿por qué se permitieron la construcción de viviendas en una zona de alto riesgo? ¿como es que tuvieron acceso a estos terrenos estás familias? ¿quien otorgó las licencias?, alguien ha tenido que responder a estas preguntas porque sólo así, se podrá evitar una tragedia de mayores proporciones, porque sucederá, estoy convencido de que así será y si no se toman las medidas necesarias para evitarla, las consecuencias serán mayores y terriblemente desastrosas.
La ubicación de la ciudad de Ambo la hace altamente vulnerable a los embates de la naturaleza y una de las áreas de mayor riesgo es la zona denominada Barrios Altos, densamente poblada y edificada ademas sobre los restos de un aluvión de considerables proporciones producida años atrás. En los últimos quince años se han producido serios deslizamientos que han causado muertes y daños materiales; sin embargo, poco o nada se ha hecho en materia preventiva; todo lo contrario, se han seguido construyendo viviendas en toda el área de riesgo. Las zonas altas que deberían arborizarse, en la fecha continúan despejadas, la escasa vegetación natural resulta insuficiente para evitar el impacto directo de las precipitaciones y si existe un plan de arborización, no se ejecuta por la falta de recursos o por desidia de las autoridades. Ahora es cuando la población de los sectores que están expuestos a una potencial tragedia, tienen que exigir a las autoridades tanto locales como regionales y del Gobierno Central, tomar decisiones que aborden el tema y busquen soluciones inmediatas.
   La advertencia de la Madre Naturaleza ha sido clara, su inclemencia ha causado destrucción y muerte y volverá a hacerlo si la población en conjunto no ha tomado conciencia de que el precio que hay que pagar cuando la desafiamos, es demasiado alto e innecesario; es cierto que cubrir la necesidad de vivienda es un derecho garantizado por la Constitución; empero, también es cierto que no podemos edificarla en lugares que no ofrecen las mínimas condiciones de seguridad que garanticen la  preservación de nuestros bienes y por sobre todo la conservación de nuestras vidas.


LO QUE NUNCA DEBIÓ SUCEDER























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